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Sidafobia:
Miedo al sida.


Definición ampliada:
Se define como un persistente, anormal y injustificado miedo a contraer sida.

Se trata de una de las tantas fobias relacionadas con contraer una determinada enfermedad (por ejemplo, luifobia, carcinofobia, albuminofobia) y que puede llegar a hacer creer a los fóbicos que realmente han contraído aquello a lo que temen (en este caso, el SIDA, una enfermedad que se contagia principalmente por transmisión sexual y por compartir jeringas, así como también en el parto de una madre infectada al bebé o por recibir transfusiones de sangre que no han sido debidamente testeadas).
Es normal y absolutamente recomendable tomar precauciones durante las relaciones sexuales para evitar contraer el SIDA y otras ETS. Principalmente, el uso de preservativos durante las relaciones sexuales genitales, orales y anales disminuye significativamente los riesgos. Sin embargo, alguien que padezca la fobia se encontrará temiendo activamente la enfermedad incluso cuando no corra el riesgo de infectarse, y esto puede llegar a afectar su vida sexual y disminuir su calidad de vida.
La fobia ha sido incrementada desde que la enfermedad pasó a estar en boca del gran público. Los casos de fobia en general se caracterizan por una gran falta de información sobre cómo el SIDA puede contagiarse o no (por ejemplo, un cartero que se niegue a entregar la correspondencia, temiendo que sus destinatarios estén infectados y de alguna manera se lo puedan transmitir).
Existe el término pseudo-SIDA para referirse a aquellos casos donde la ansiedad y la depresión generan respuestas físicas similares a los síntomas del SIDA, como pérdida de peso, sudores nocturnos, letargo, pérdida de apetito y dolores de cabeza. Estos rasgos refuerzan la creencia errónea de estar infectado con el virus del SIDA.
¿Cómo diferenciar una fobia de un miedo normal a contraer una enfermedad que puede ser mortal? Bien, en principio el miedo al SIDA produce una hipervigilancia, una respuesta característica ante cualquier situación temida. Esto conduce a un comportamiento del estilo “mejor prevenir que curar”, que en muchas ocasiones ha sido favorable para nuestra especie humana. De hecho, el miedo es un legado evolutivo vital que ha conducido a nuestra especie a evitar las amenazas, sin el miedo, pocos sobrevivirían por mucho tiempo a las condiciones naturales.
Sin embargo, existe una cantidad óptima de miedo –demasiado poco produce descuidos, demasiado puede paralizarnos. Entonces, la comunidad médica se ve en el desafío de aprender a tratar el tema del SIDA y su prevención de manera que produzca las deseadas conductas de prevención, sin llegar a generar pánico en el público. Es importante destacar que un cierto miedo a contraer la enfermedad ha generado que la comunidad en general (y algunos sectores en particular, como por ejemplo la comunidad homosexual) se vuelva gradualmente más precavida, y así las posibilidades reales de que la enfermedad se disemine, disminuyan.
Pero la sidafobia, como miedo irracional y desproporcionado, genera muchas conductas de discriminación y segregación de las personas que padecen la enfermedad o se cree que puedan tener riesgos de haberla contraído. En gran parte, esto se solucionaría con más educación e información sobre cómo se transmite la enfermedad –y cómo no se la puede transmitir-.