Dorafobia:
Miedo a las pieles.
Definición ampliada:
Se define como un persistente, anormal y injustificado miedo a la piel o pieles de los animales. Las personas que sufren esta fobia evitan estar en contacto con animales peludos tales como los perros, los gatos, los zorros, castores o conejos porque encuentran la piel repulsiva. Tal vez algunos de estos fóbicos asocien la piel con las historias infantiles sobre “el lobo malo” y otros predadores con piel. Su miedo no siempre es infundado, ya que muchos animales peludos –incluyendo a los murciélagos, los mapaches, los perros y los gatos- pueden ser portadores de la rabia, una infección viral aguda del sistema nervioso central. Un animal puede trasmitir esta enfermedad a un ser humano a través de su mordida y en raros casos, a través del contacto con la sangre del animal o sus tejidos o incluso a través de la inhalación del virus de la rabia en una caverna de murciélagos. Esta enfermedad es fatal a menos que la persona infectada reciba las vacunas de la rabia al poco tiempo de contraer la enfermedad.
Sin embargo, en el caso de las personas que padecen de dorafobia, el miedo puede presentarse sin motivos en animales de confianza, incluso sus propias mascotas. El tratamiento preferencial para la dorafobia consiste en la exposición gradual y puede llevarse a cabo en una sesión única o en múltiples o como un programa de autoayuda. Sin embargo, es esencial que el animal con piel elegido para tomar parte del tratamiento se comporte bien y sea amistoso, de manera tal que se pueda confiar en que no actuará de forma agresiva. Se sabe que los animales domésticos son muy sensibles y pueden detectar el miedo en las personas. Como es evidente, una persona con esta fobia primero debe sentirse cómoda en la compañía de la piel, para recién después abordar a los animales.